13 nov 2009

Material Didáctico / Marco Teórico y Actividades Propuestas / Medios Audiovisuales / Cine e Historia como recurso didáctico interactivo

El cine nos puede ayudar a comprender zonas de los procesos históricos que no son contempladas desde las fuentes tradicionales utilizadas en la reconstrucción histórica. Las películas tienen la capacidad de sacar a la luz aspectos no visibles desde los textos escritos y muchas veces hasta contradecirlos. Esta relación entre el cine y la historia le permite al historiador Marc Ferro decir: "Aquí hay materia para otra historia, que, por supuesto, no pretende ser un conjunto armonioso y racional como la historia, sino que más bien contribuirá a su perfeccionamiento o a su destrucción."
Por esta razón es cada vez más común el uso de películas en las clases de historia, tanto en la educación superior como en el nivel medio. La elección de este recurso responde a varias razones. Por un lado, se ha hecho cada vez más accesible el uso de los materiales audiovisuales: los televisores en las escuelas dejaron de ser productos exóticos y se incorporaron rápidamente a la grilla de actividades escolares. Resulta un recurso actual, acorde con las reformas modernizadoras, y por cierto, se piensa como más atractivo para los jóvenes, mucho más acostumbrados a las imágenes que a los textos. Pero estas características del cine plantean otras posibilidades y algunos límites. Tal vez no sea pertinente hablar de novedad al respecto, pero lo
cierto es que recientemente el cine comenzó a ser tomado en serio en su relación con la historia. Dejó de ser visto como una mera ilustración de las fuentes escritas o como una fuente secundaria y cada vez es más común encontrarlo dentro del ámbito académico. Este reconocimiento del cine demostró que las imágenes tienen cualidades distintas que las palabras y que si bien son complementarias, no son asimilables los tratamientos que cada material requiere.
La relación entre cine e historia puede pensarse desde distintas perspectivas: el uso del cine como fuente de la historia; los filmes como formas de relato histórico; el cine como agente de la historia, y, vinculado a esta mirada, podemos analizar finalmente al cine como vector de memoria.
Estas distintas miradas de la relación entre el cine y la historia no son excluyentes y pueden complementarse en los abordajes de las películas.
El cine como fuente de la historia: Este uso que hace la historia de las imágenes en movimiento como fuente de información tiene ciertas particularidades. Un ejemplo clásico son los documentales o los noticieros que recopilan información de un acontecimiento. Las cámaras de los ejércitos aliados toman imágenes de un campo de concentración en Polonia, una señal de televisión filma la conferencia que dieron los presos de Trelew ante la fuga frustrada. Estas imágenes nos aportan información valiosísima de los hechos. Pueden ser imágenes en crudo, sin ninguna edición y que por sí solas son fundamentales para dar cuenta del acontecimiento. Pero ésta no es la única forma en que las películas pueden funcionar como fuente. Tan valiosos como esos datos, resulta la información que los filmes nos pueden dar sobre una época, del momento histórico en que se generó ese relato.
Aquí no es tan importante considerar cuán útiles nos pueden resultar las imágenes para ilustrar el hecho, sino que logran, a veces a pesar suyo, una narración histórica, cultural y social.
La relación entre el cine y la historia

Los docentes están familiarizados con el uso de distintos recursos pedagógicos, fuentes históricas, textos literarios, ilustraciones, estadísticas, cuadros, mapas. De esa familiaridad sabe que utilizarlos y combinarlos le exigen un profundo trabajo previo, para que, una vez en la clase, cada uno de estos recursos sirva para profundizar la reflexión, para multiplicar las perspectivas o para sembrar algún tipo de debate.
Con las películas ocurre algo que no sucede con ningún otro recurso pedagógico: la ilusión de realidad que genera la imagen en movimiento es tan potente que olvidamos que estamos frente a una representación de la realidad y creemos fácilmente que lo que estamos viendo es la realidad de esa época particular sin ningún tipo de mediación. Por esa razón una película necesita de mayor intervención del docente que un mapa o un cuadro estadístico.

El cine como relato histórico: Las imágenes por sí mismas no constituyen una película. Es necesario un guión, en el cual se prevé un montaje determinado de las imágenes y que construye un relato particular que, junto con el texto y la banda sonora, nos cuentan una historia. Creemos seriamente que ésta es una de las formas que puede adoptar la narración histórica, manteniendo, por supuesto, características totalmente distintas a los estudios monográficos: nos pueden mostrar aspectos distintos e inalcanzables para los textos escritos. Como dice Pierre Sorlín: "Los filmes nos ofrecen esa cosa rara, que los textos no transmiten: el color, la luz de la época. No la luz objetiva, real, que estaba, la de hoy, sino la luz imaginaria que daba sus colores al espíritu del tiempo. El discurso histórico no es una letanía de datos y hechos, es una narración que intenta recrear un momento del pasado. ¿Puede haber narración sin color y sin emoción? Claro que no. Los filmes no aportan datos pero permiten al historiador revivir lo que ha dejado de existir." El cine como agente de la historia: Además de su función como testigos o testimonios de una época, los filmes pueden convertirse en "hacedores" de historia, lograr ellos mismos intervenir en los procesos, participar e interactuar con la sociedad que los genera. Esta característica no le cabe a todas las películas, pero cada uno puede hacer un breve registro de las imágenes que los impactaron fuertemente y comprobar que la mayoría de
las veces, esa impresión es colectiva. El cine de propaganda política es un claro ejemplo de esto último, en los que las películas son generadas pensando en el impacto deseado y con una clara intención de provocar una reacción determinada. “La hora de los Hornos”, de Fernando (Pino) Solanas y Octavio Getino o la producción del Grupo Cine de la Base son un claro ejemplo de este tipo de filmes en los que no sólo analizan determinados procesos y acontecimientos sino que se plantean como propuestas para el debate y para la acción.
El cine como agente histórico logra frecuentemente (y con mayor sutileza) generar distintas ideas sobre los procesos históricos, operar al nivel de las mentalidades, ser una herramienta ideológica, donde puede ayudar tanto a establecer algún proyecto político, como imponer distintas pautas de consumo.

¿Cómo usar el cine en el aula?
No se trata de aprender a ver, de cómo analizar o de cómo hacer cine. No es la posición del espectador, del crítico o del realizador frente al cine la que interesa al educador. Se trata de usar porque este verbo tiene el efecto de colocar en el lugar de protagonista y de sujeto de esa acción, no al cine sino a quien lo usa. En el momento inicial es el docente, pero con la intención de que sean los alumnos los que se coloquen en la posición de usar el cine en su proceso de aprendizaje. Para ver una película o fragmentos de ella en el aula se necesita generar una mirada distinta de la habitual, ya que no estamos en el cine y no somos espectadores, o sea no vemos ingenuamente. Tendremos que orientar las miradas hacia una búsqueda consciente de conocimiento, tanto en la información que la película nos brinda como en las emociones y sensaciones que trasmite. Según la temática elegida podemos trabajar con una película o con fragmentos de ella.

Algunas herramientas pedagógicas para analizar un film

La subjetividad de quienes realizan una película y el clima de la época en la que se realiza definen el universo que la película representa. Toda película puede ser analizada en dos niveles:
1-Lo que la película cuenta.
• ¿Cuál es la historia principal que cuenta el film?
• ¿Qué historias secundarias se desarrollan? ¿Cómo
se entrelazan con la principal?
• ¿Qué intenta representar la historia?
• La composición de los personajes, qué valores
encarnan, si son verosímiles.
• Las relaciones entre los personajes: si son
antagónicos, si se transforman, qué ideas refuerzan.
• Los conflictos desarrollados.
2- Los recursos cinematográficos que utiliza para contar. El cine es imagen en movimiento y la narración cinematográfica no puede resumirse en lo que se dice. Mejor dicho: lo que se dice, no se dice sólo con palabras. El tipo de plano, la angulación y los movimientos de la cámara; la luz, los colores y la textura de la imagen; el montaje y el sonido; todos ellos son recursos específicamente cinematográficos con los que cuenta un director para narrar. Es importante pensar el sentido de estas elecciones a la hora de analizar cualquier película.

Como ya dijimos, las películas no hablan por sí solas, sino que las tenemos que hacer hablar nosotros, los docentes. Y por eso no sólo podemos usar Camila (1984) de María Luisa Bemberg para estudiar el rosismo, o Eva Perón (1996) de Juan Carlos Desanzo para ver el peronismo, sino también otras películas que, contemporáneas al período estudiado y desde la ficción, puedan
ser utilizadas como fuentes de la época. Por ejemplo, Tiempo de revancha (de Adolfo Aristarain), Plata Dulce y El arreglo (de Fernando Ayala) son producciones de los años 1981, 1982 y 1983 respectivamente, que nos pueden servir como aproximación a la cultura
y sociedad de la Argentina de los años de la dictadura, introduciéndonos en las problemáticas económicas y políticas a través de su trama de ficción.

El cine como vector de memoria: Relacionado con esto último, finalmente abordamos la cuestión de la memoria. En el proceso de la construcción de la memoria colectiva sobre un hecho, las películas cumplen, sobre todo en nuestra época, un papel fundamental. Podemos decir que hasta llegan a reemplazar los recuerdos y vivencias directas que tenemos sobre los distintos acontecimientos; éstos quedan sobreimpresos por las imágenes de aquellas películas significativas que le dieron un molde a nuestras propias imágenes del pasado. Filmes que terminaron por enseñarles a las nuevas generaciones las formas posibles, muchas veces predominantes, de pensar un hecho.